Pasaron 23 días del debut de la selección argentina en la Copa del Mundo y aunque el panorama no era el ideal, la confianza que genera la Scaloneta nos permitió seguir soñando a pesar de la adversidad y no nos equivocamos, estamos a solo un paso del gran sueño.
Sonó la alarma, todos a las 7 de la mañana frente al televisor. Argentina debuta contra Arabia Saudita en lo que parecía que iba a ser el partido más sencillo en el camino hacia la gloria máxima. Nunca sabremos los motivos, aunque terminó siendo el golpe necesario para bajar a tierra tras 36 partidos invictos que incluyó dos títulos: Copa América y Finalissima. Derrota 2 a 1 y un interrogante enorme para que sea recién el comienzo. «Olor a 2002» se animaron a decir algunos exitistas. Un empate entre México y Polonia 0 a 0 cinco horas después, nos devolvió el alma al cuerpo.
A partir de ahí, de menor a mayor. Terrible triunfo 2 a 0 a México con goles de Lionel y Enzo Fernández para destrabar la tensión. Después, el camino fue más llano hacia los octavos. Mismo resultado ante Polonia, con Mac Allister y Julián Álvarez de artilleros y la selección primera del grupo y frente a Australia. Panorama impensado de acuerdo al comienzo.
Apareció la garra cuando más se la necesitó. 2 a 1 sufriendo innecesariamente el final ante Australia y por penales en un agónico pase a Semi frente a Países Bajos. La semifinal contra Croacia, parecía ser un parto y terminó siendo un disfrute. Esta es la Scaloneta, la que nunca te deja pagando y como dijo el 10, en la que hay que confiar. Acá estamos, con el sueño intacto.
El domingo, la final. Francia el rival. ¿Cuco? difícil, claro. Pero somos Argentina, somos la Scaloneta y tenemos que confiar, que no es lo mismo que confiarnos.