Joshua Irwandi es fotógrafo y estuvo realizando trabajos en hospitales de Indonesia con infectados de coronavirus. En sus recorridas logró captar una imagen de alto impacto que causó revuelo en redes.

“El cuerpo de una presunta víctima del COVID-19 yace en un hospital indonesio. Tras la muerte del paciente, las enfermeras envolvieron el cuerpo en capas de plástico y aplicaron desinfectante para prevenir la propagación del virus” indica Irwandi, para agregar palabras a una imagen que habla por sí sola.

En el país asiático, los casos ascienden a 91.751 y los muertos llegan a los 4.459. Las cifras son igualmente puestas en duda por especialistas, por el manejo que ha llevado adelante el gobierno durante la pandemia. Como en otros territorios del mundo, se subestimó el impacto del virus y se demoró en tomar medidas para combatirlo. A tal punto llegó la subestimación, que el presidente promocionó en marzo un remedio herbario no probado.

Actualmente las cifras están en ascenso y los récords se superan diariamente. La fotografía ha causado conmoción en el país, incluso el fotógrafo de 28 años recibió amenazas y presiones. “Se han publicado detalles de mi vida privada sin mi permiso”. Además, denunció que el gobierno intentó averiguar en qué hospital fue tomada la foto para castigar a sus autoridades.

Sumado a esto, Joshua recibió muchos comentarios agresivos en la fotografía que publicó en sus redes sociales. Gran cantidad de usuarios lo acusaron de montar la escena y ser un enviado de la Organización Mundial de Salud.

La foto será la tapa de la edición del mes de agosto del National Geographic. A pesar de las críticas, la imagen no hace más que mostrar la triste realidad del coronavirus. La muerte, en soledad y casi momificado. Un proceso que difiere mucho del que se realizaba en el antiguo Egipto. Lejos de buscar asegurar la conservación de su cuerpo material, la eternidad y la protección de los males, hoy se busca aislarlos para la no propagación de ese mal llamado Covid-19.