La pandemia no discrimina, afecta la salud y la economía; el Complejo Mi Club que funciona en Banfield desde 1950 no es la excepción y atraviesa su peor crisis al llevar casi cuatro meses cerrados.

Cochabamba 249 es la dirección donde generaciones se reunieron para compartir momentos inolvidables no solo para los habitantes de la zona sur. Su fundador, Rubén Mattiauda, no se hubiera imaginado nunca a sus 15 años que sería el creador de un ícono, aunque tampoco hubiese pensado atravesar esta crisis.

Actualmente el lugar se encuentra al mando de su hijo Adrián, que afirma que sus ingresos cayeron a cero y nada puede reemplazar el trato con la gente. Claro, muchos lugares transformaron sus objetos empresariales, pero en el caso de un boliche todo es más complejo. Incluso la situación se torna más crítica ya que fueron los primeros en cerrar y ellos mismos saben que serán de los últimos en abrir.

Frente a esto, buscarán la posibilidad de que sean habilitados como bar, poniendo algunas mesas y cumpliendo todos los protocolos, cuando ese rubro se encuentre habilitado. Difícil situación para un complejo que el único recuerdo parecido en 70 años fueron solo dos semanas durante la Gripe A.

El lugar tiene miles de historias, incluso muchos lo llamaron «el registro civil de Banfield», ya que quien entraba, y conocía a una persona, se terminaba casando. Al punto tal era el mito, que aquellos que se casaban luego de conocerse en el lugar, volvían previo al evento para sacarse fotos para el álbum del matrimonio.

Un monumento de las noches, que supo adecuarse a los cambios, pero se encontró ante una situación tan inesperada como compleja. Ojalá, la historia sea más fuerte que el presente y pueda sobrellevar esta crisis, para que las generaciones sigan dejando la marca de las suelas en las pistas del boliche más antiguo de toda América.