Cuatro Giros dialogó con José, el papá de Manu, un bebe que nació en Ucrania gracias a un tratamiento de reproducción asistida. Por el cierre de fronteras producto de la pandemia del COVID19, no pudieron viajar a buscarlo… hasta hoy.
La dulce espera que duró 11 meses y los separó a 12 mil kilómetros de distancia. Ante la imposibilidad de concebir optaron por una madre subrogante en el exterior. Cuando recibieron el llamado de que su hijo venía en camino, todo era alegría, pero la pandemia y la cuarenta trastocaron sus planes. Su hijo nació y ellos no podían viajar a conocerlo. Pero hoy le contaron a Cuatro Giros que finalmente sus pedidos ante la Cancillería dieron resultados.
¿Cómo empezó esta historia?
José está casado con Flavia hace 14 años y trabajan en una institución sanitaria del Gran Buenos Aires. Juntos, tenían el deseo de formar una familia. Luego de intentarlo de forma natural y haber realizado cinco tratamientos de fertilidad en los últimos diez años sin resultados positivos, la posibilidad de lograrlo apareció ante sus ojos. “Allá por septiembre del 2018, un amigo del hospital, nos comentó esto que él había experimentado, que él había sido padre por subrogación de vientre en Ucrania, nos pasó todos los contactos y ahí fue como en diciembre del 2018 empezamos a averiguar y contactarnos con la clínica”. El instituto era la Clínica Biotexcom, especializada en maternidad y tratamientos de fertilidad.
Primero pasaron por una etapa de análisis, en la cual la clínica corroboró que ellos eran una pareja casada, que no hubo oportunidad natural para lograr el embarazo y que había una causa médica anatómica comprobable de infertilidad. Ahí les dieron el visto bueno para viajar, algo que ocurrió en abril de 2019. “Nosotros aportamos todo el material genético de la pareja. Los óvulos y los espermatozoides. Y así fue como quedamos esperando los resultados”.
Fueron casi cuatro meses después, un 7 de agosto que sonó el teléfono en la casa de la pareja. El llamado no venía de París, venía de Kiev, pero el fin era el mismo que los cuentos infantiles. “Nos llamó la representante de la clínica que tiene contacto con nosotros, que es de habla hispana, para contarnos que había embarazo, que estaba en curso, que habían transcurrido dos semanas y la prueba había dado positivo. Una alegría inmensa, de pasar de la desesperanza la imposibilidad, la frustración a una alegría inmensa a un futuro posible, un hijo que se estaba gestando” contó emocionado José.
La fecha del parto era para el 10 de abril y la pareja tenía todos preparado para viajar a Ucrania felices de poder conocer al bebe. Manu se adelantó, ansioso por llegar al mundo nació finalmente el 30 de marzo. “Estábamos viajando los dos a trabajar, a las ocho de la mañana y recibimos una llamada de la coordinadora. Era para avisarnos que Manu había nacido a las 7:25 de acá, 13:25 hora de Kiev. Primero fue susto, qué pasaba, qué pasaba y después alegría indescriptible de que había nacido un hijo tan deseado” contó emocionado.
“Primero fue todo alegría y después empezamos a caer en la angustia de que no íbamos a poder viajar”. Claro, Manu había nacido en plena pandemia y aislamiento. Fronteras cerradas, sin vuelos y un mundo revolucionado. “Nosotros teníamos vuelos comerciales para llegar a Kiev, todo eso se suspendió y ahí nosotros quedamos varados acá y el allá”. De Manu, recibían fotos una o dos veces por semana y pudieron disfrutar de una video llamada de media hora el día de su primer cumple mes. José comentó que cada foto o cada video era una alegría de verlo crecer, pero con la tristeza de encontrarse lejos de sus papás, algo tan necesario para un pequeño recién nacido.
Ante la imposibilidad de viajar y no encontrar respuestas, armaron un grupo de padres que se encontraban en la misma situación, de los cuales dos de los nenes ya habían nacido y uno era Manu. Juntos comenzaron a hacer los trámites en Cancillería y en la Embajada de Ucrania para lograr llegar mediante algún viaje de repatriados. “Fueron 20 días muy difíciles. La embajadora argentina en Ucrania consiguió más rápido la posibilidad de ingresar en Ucrania, con una cuarentena”.
La dificultad surgió en nuestro país, ya que Cancillería no los ubicaba en “vuelos humanitarios” para poder viajar, al menos a zonas cercanas como Madrid y luego ver cómo podían llegar a la capital ucraniana. En este punto de la historia es donde se abre un nuevo capítulo, en este caso basado en la solidaridad. Al enterarse de la situación un empresario argentino en Ucrania se ofreció a pagarles un chárter entre España y el lugar de destino, pero faltaba el poder llegar a territorio europeo.
Ahí fue cuando decidieron hacerlo público para que desde el mensaje mediático poder hacer más fuerza para conseguir el objetivo. “El viernes pasado nos incluyeron en la lista del avión que sale el 28 desde Ezeiza hasta Madrid, al aeropuerto de Barajas”, sostuvo José, emocionándose nuevamente como si recién se enterará de que podría viajar. “La ansiedad, la alegría, el organizar todo, estamos con los últimos trámites de documentos. El viernes nos dieron el ok, a la noche compramos los pasajes, porque no es un viaje regalado, es un viaje que nosotros estamos abonando”.
Al consultarle por la familia, nuevamente la distancia fue el tema que atravesó la respuesta. La cuarentena no solo los distanció de Manu, sino que también de sus seres queridos, quienes no podían acercarse a darle un abrazo para acompañarlos durante la lucha. “Todos nuestros contactos con la familia eran por WhatsApp, Zoom o Skype”.
Pero como si algo le faltara a esta historia, un nuevo obstáculo aparecería en el camino a Ucrania de la familia. Por tratarse de personal de salud, y estar en una situación de Emergencia Sanitaria como lo es la pandemia del COVID19, la provincia de Buenos Aires y el Hospital Carillo donde trabajan, nos les habilitaban la licencia para poder viajar. “Tuvimos que presentar un amparo porque no hubo manera que entendieran que era una situación especial y una situación que uno no controla. Salió favorablemente, obviamente porque cualquier persona lúcida o juez lucido, iba a dictaminar a favor”.
La resolución se dio en el Juzgado de Primera Instancia de Familia número 4 de Morón, a cargo de la doctora Gladys Pellegrini quien resolvió que se les otorgue los 90 días a ambos a partir de la fecha que se confirme el viaje, alegando que son situaciones reales, no reguladas, pero que son una deuda del Código Civil y Comercial.
Finalmente, la historia tendrá final feliz. José y Flavia en este momento se encuentran viajando hacia Madrid para luego llegar a Kiev y tras 8 días de cuarentena obligatoria y un testeo de salud para evitar cualquier tipo de contagio, podrán abrazarse de forma interminable con Manu. No hay fecha de regreso, porque la situación no permite estimar un viaje de vuelta, pero lo importante que después de casi 11 meses de dulce espera, la familia estará unida.