El presidente de los Estados Unidos Donald Trump acusó a la Organización Mundial de Salud de encubrir, en complicidad con China, la propagación del Coronavirus en el mundo.
El COVID-19 trajo una innumerable cantidad de conflictos satélite del principal que es los contagios y muertes que genera. Uno de ellos fue la pelea entre Trump y la OMS que llegó a su punto más álgido con el retiro de los fondos de financiación por parte de los Estados Unidos a la Organización.
La capacidad del presidente norteamericano de hacerse enemigos es algo ya conocido. Llegó al poder en el 2016 poniendo al Inmigrante como el culpable de que no se pueda alcanzar el sueño americano. Ni hablar Corea del Norte, Medioriente, y podríamos estar todo el tiempo que dure la cuarentena enumerando con quienes ha rivalizado todos estos años.
Pero más allá de su personalidad poco amigable, hay que analizar en el contexto que surge este conflicto. Trump había dicho en enero que el coronavirus desaparecería con el alza de la temperatura en abril, en un claro gesto de subestimación de las consecuencias que podría generar la propagación del virus.
Llegando al final de abril, es Estados Unidos los muertos se acercan a los cincuenta mil y los servicios funerarios no resisten los niveles de demanda. En Nueva York tuvieron que optar por la utilización de fosas comunes, provocando imágenes de películas de Hollywood pero en la vida real. Parecería ser que algo falló en los pronósticos del Presidente.
Ante esta situación y con las elecciones a la vuelta de la esquina, Trump vuelve a utilizar la misma estrategia que lo llevó a la victoria, un enemigo común. Fueron los inmigrantes, hoy es la Organización Mundial de la Salud; por lo pronto, les recomendamos no se pongan en el camino de Donald, al menos, en un año electoral.