El crimen marcó para siempre al músico, que incluso fue vinculado con los femicidios; la crónica policial de esa época y cómo se llegó a dar con el asesino
Los recortes de la prensa, así como la reciente biopic El Amor después del Amor (A cargo de la productora Mandarina) permiten saber quién mató a las “abuelas” de Fito Páez, uno de los episodios más traumáticos en la vida del músico.
El crimen ocurrió el 7 de noviembre de 1986, mientras el compositor de “Giros” estaba en Río de Janeiro, en pleno en tour. Las crónicas policiales reconstruyeron que aquel día fueron asesinadas en Rosario dos de las parientes más cercanas de Páez: Delia Zulema Ramírez de Páez, su abuela, y Josefa Páez, su tía abuela, de 76 y 80 años respectivamente. Además, también fue hallada muerta Fermina Godoy, la empleada doméstica de la familia, que estaba embarazada.
Delia y Josefa criaron al pianista junto a su padre, Rodolfo, ya que su madre Margarita Ávalos de Páez murió cuando él era un bebé de ocho meses. La noticia devastó al cantante, que apenas lo supo, destrozó el cuarto del hotel donde se hospedaba y entró en un espiral de desesperación al conocer los detalles de los brutales asesinatos.
Cómo fueron los crímenes de las “abuelas” de Fito Páez
Los cuerpos fueron hallados por el marido de Fermina. Luego de tocar la puerta del hogar de la calle Balcarce y no recibir respuesta, entró a lo que era se convirtió en una escena del crimen. La vida en la residencia parecía haberse interrumpido de forma abrupta: la radio estaba encendida, una de las alfombras doblada y la enceradora enchufada.
Al entrar en la vivienda se encontró con el cuerpo de su esposa, cubierta de sangre; todavía tenía un trapo de limpieza en la mano. Había recibido varias puñaladas. Cerca encontró a “las abuelas” de Fito, también sin vida. Josefa tenía marcas de cuchillo en su cuerpo y Delia, una bala en la cabeza. A los pies de su tía abuela, había un bolso de compras.
La investigación posterior barajó distintos sospechosos: el marido de Fermina tuvo que probar su inocencia repetidas veces, y la fama de Fito Páez se proyectó sobre el caso. Al realizar una requisa en la casa, la Policía dijo que encontró marihuana en un cajón, por el que responsabilizaron al cantante. Rodolfo, el padre del músico, había muerto un año antes.
“En un momento fui a buscar a la hinchada de Rosario Central para que me ayudaran a encontrar al que las había matado. Yo estaba armado con una 22. Quería ir a buscarlo y vengarme. Una época muy trash”, definió el artista en un perfil hecho por la periodista Leila Guerriero.
En esa época, realizó un viaje a Tahití, donde compuso su siguiente disco, Ciudad de Pobres Corazones. Acompañado por su pareja de ese entonces, Fabiana Cantilo, buscó canalizar su enojo en este álbum, y especialmente en la canción homónima, que presentó poco antes de que se descubriera quién fue el asesino de sus familiares.
Quién fue el asesino de las “abuelas” de Fito Páez
Casi un año después de los crímenes, el hallazgo de unas joyas que pertenecieron a las familiares de Páez condujo a la Policía a Walter di Giusti, un joven de 23 años que había ido a la escuela Dante Alighieri con el músico, y que era vecino de Delia y Josefa. Al allanar su casa, se encontró un grabador que el músico le regaló a su abuela.
Di Giusti intentó un camino musical como bajista en una banda de heavy metal, pero no tuvo éxito y trabajaba como plomero, oficio por el que accedió a la residencia de la calle Balcarce a realizar algunos trabajos. Un mes después de haber matado a las tres mujeres, ingresó a la Policía de Rosario, y al momento de su detención era agente.
La reconstrucción posterior del hecho determinó que el 7 de noviembre aprovechó la confianza que tenía con las Páez para entrar en la casa junto a su hermano menor, Carlos. Además, di Giusti confesó haber matado a otras dos mujeres -Ángela Cristofanetti de Barroso de 86 años y a su hija adoptiva Noemí-, antes de los crímenes de la calle Balcarce.
Fue condenado a prisión perpetua, que empezó a cumplir en el presidio de Coronda. Su hermano, de 18 años, fue liberado con supervisión policial.
Durante su estancia en la cárcel, Di Giusti recibió un diagnóstico positivo de VIH, por lo que se le dictó la prisión domiciliaria. Por incumplirla, se determinó que volviera al penal, donde murió en 1998.
Fuente: La Nación