Lo ocurrido ayer en el Brasil – Argentina por eliminatorias es una muestra más de la decadencia del fútbol sudamericano producto de la desorganización y la incidencia de la política.
Todos nos preparábamos para sentarnos, con el mate, el café, las facturas o haciendo la sobremesa tras el asado con amigos o familia. Veníamos dulces tras el triunfo histórico en el Maracaná que nos dio la Copa América tras 28 años y buscábamos otra vez una cita con la historia para lograr la primera derrota verdeamarela en su casa por eliminatorias.
Comenzó el partido, dos patadas, ninguna situación, cinco minutos y algo pasó. Gente que nada tenía que ver con el encuentro se mete en la cancha y empiezan los empujones, los insultos y la confusión. Nadie entendía lo que ocurría. ¿Un hincha? Raro si casi no hay. Resulta que los señores de sanidad de Brasil que habían amenazado con sacar a los cuatro jugadores argentinos que venían de Inglaterra el día anterior, estaban dando comienzo a su show durante el partido.
La pandemia continúa provocando dificultades para el fútbol y una de ellas es la contradicción existente entre las leyes de cada país con los reglamentos de las competencias organizadas por FIFA y CONMEBOL. En este caso, Brasil obliga a realizar cuarentena a quienes vienen de países específicos, entre ellos, Inglaterra. Por su parte, la entidad madre del fútbol sudamericano, habilita a la totalidad de los jugadores a participar de sus torneos siempre que cumplan con las burbujas establecidas por sus protocolos, discutibles cierto, pero aprobados por la totalidad de las confederaciones que la componen, entre ellas Brasil.
Resulta ser que los muchachos de Sanidad se acordaron tarde de que en Brasil hay una pandemia. Decimos tarde porque poco les pareció importar cuando los muertos se contaban por miles y tenían cepa propia, pero las canchas estaban activas con sus torneos locales y hasta una Copa América. De esta forma, pidieron que los cuatro jugadores de la selección Argentina que venían de Inglaterra hagan la cuarentena correspondiente o abandonen el país. Argentina se comunicó con CONMEBOL para que accione al respecto, y todo parece indicar que la respuesta fue: juegan, cumplen con nuestros protocolos.
ANVISA, institución gemela a la ANMAT de nuestro país, tuvo tiempo para intervenir, pero era más divertido para ellos si aparecían a los cinco minutos del partido más importante del continente como si fuesen los invasores que vienen a copar las tierras a fuerza de guapeza, aunque algunos aseguran que hasta con armas de fuego debajo de sus remeras.
Superclásico de las américas suspendido, un nuevo bochorno iniciado. Parece normal que los escándalos sean el jugador número 12 en el fútbol. Independiente durmiendo en un aeropuerto, Boca perjudicado en Brasil y terminando con matafuegos y vallas volando, River y un jugador de campo atajando en una Copa Libertadores y ahora, esta locura.
En qué momento nos acostumbramos a que los escándalos sean más comunes que el propio desarrollo del juego. Cuándo fue que aceptamos que estas cosas pasen y casi que no sea motivo de sorpresa. Insólitamente el fútbol, principalmente en estas tierras, es más un show de escándalos, debates y decisiones que lo que en realidad es, 22 jugadores atrás de una pelota despertando la pasión de millones de espectadores.
La cuestión es que ahora, tendremos que esperar cómo se define este escándalo, un papelón tapa de los principales diarios del mundo, que tuvieron en sus portadas la foto de un señor de anteojos, remera azul y jean holgado con un papel en el bolsillo entrando de guapo, cuando debería haber sido la de Messi y Neymar haciendo de las suyas. Fútbol sudamericano, no lo entenderías.