La ONG Mensajeros de la Paz presenta su “Reporte Anual 2020” que muestra el impacto de la crisis sanitaria en los hogares y centros que brindan contención a los sectores más vulnerables de la población en Argentina, asistiendo tanto de forma presencial como de manera virtual.
La pandemia de Covid-19 puso en primer plano la importancia de los cuidados. Así, quedó al descubierto lo que sucedía al interior de cada familia, donde las medidas de aislamiento y distanciamiento social aumentaron la carga de tareas de cuidado y domésticas sin disminuir su distribución asimétrica de acuerdo al género. Sin embargo, aún no se ha podido visibilizar el impacto que esta situación inédita trajo consigo en espacios comunitarios como los hogares y centros de día y noche que albergan y brindan atención a niñas, niños, adolescentes o personas mayores.
Ante la emergencia sanitaria, algunos de los desafíos para el cuidado en centros y hogares de nuestro país fueron: ¿Cómo transformar un centro de día y de noche donde asisten niñas, niños y adolescentes en situación de calle que no cuentan con sus necesidades básicas cubiertas en un centro abierto 24 horas? ¿Qué medidas reforzar para contener y proteger a chicos y chicas que deben permanecer en hogares, temporalmente, alejados de su entorno familiar? ¿Cómo brindar mayor seguridad y protección en una residencia de larga estadía para personas mayores, una de las poblaciones más vulnerables frente al virus?
Estas y otras preguntas fueron respondidas desde Mensajeros de la Paz, una organización no gubernamental que trabaja en Argentina desde 2002 implementando proyectos de atención integral orientados a la promoción, restitución y ejercicio pleno de los derechos de los sectores más vulnerables de la sociedad. Entre estos sectores se encuentran, por ejemplo, los más de 10 mil chicos y chicas que viven en instituciones provinciales, municipales y organizaciones sociales de todo el país, cuyas condiciones de cuidado debieron intensificarse aún más con la pandemia.
“Los principales desafíos en 2020 fueron poder brindarles a les niñes todo cuanto necesitaban para desarrollarse adecuadamente. Desde escolaridad (con una nueva modalidad virtual), pasando por atención sanitaria, hasta el tan necesario abrigo emocional. Muchas veces nos planteamos con el equipo de trabajo cómo transitar esta etapa, y cómo continuarla, porque esto no terminó. Lo fundamental es una escucha activa ante las demandas de les niñes y todo el amor, que ni una pandemia puede parar,” explicó Graciela Gilona, directora del Hogar Colibríes, que brinda atención especial a chicos y chicas que viven situaciones complejas de vulneración de derechos.
Otro de los retos más importantes para el cuidado en este tipo de instituciones fue la transformación en dispositivos de atención las 24 horas, según lo describía Cecilia Nervergna, directora del Centro La Balsa, un centro de asistencia integral dirigido a niñas, adolescentes, mujeres cis o trans y adolescentes embarazadas y/o con hijes de entre 8 a 17 años inclusive, que se encuentran en situación de calle y necesitan un lugar transitorio donde alojarse y atender sus necesidades urgentes. En ese sentido, Florencia Morfés, trabajadora social del centro reflexionaba:
“En el marco de las medidas de aislamiento, el centro permaneció abierto 24 horas. Es por eso que implementamos un cronograma diario de actividades, tanto para las chicas como para los operadores. Así, un horario con actividades pautadas organizó todo el trabajo y las intervenciones diarias. Además, se establecieron guardias de 24 horas para evitar que el equipo de trabajo estuviera muy expuesto en el transporte público”.
Ahora bien, si hablamos de personas mayores, durante la primera ola, una de las pocas certezas que existían, aquí y en todo el mundo, era que constituían las principales víctimas del coronavirus, lo que planteaba un escenario sumamente complejo para las residencias geriátricas. Al respecto, Hugo Catttoni, director del Hogar San José, remarcó como un logro el hecho de que en un año tan difícil como el 2020, pudieron evitar que el Covid-19 ingrese a la residencia. Y agregaba: “El aprendizaje principal que tuvimos tiene que ver con la forma en cómo hablamos con nuestros residentes, qué les explicamos a las familias, para que ese familiar preocupado entienda que no puede ingresar temporalmente, por su propio bien y por el cuidado de nuestros residentes”.
Además, otro de los desafíos se planteó, ya no en las residencias, sino también en los centros de día destinados a personas mayores que se encuentran en situación de aislamiento, soledad u otro tipo de vulneración social. Luis Velandia, trabajador social del Club de Día Mensajeros de la Paz, explicó cómo lograron continuar con la asistencia a más de 60 personas mayores, los cuales participan de actividades que promueven y estimulan un envejecimiento activo y reciben 3 comidas diarias, enmarcadas en una dieta equilibrada y controlada por profesionales de la nutrición.
“Todo el equipo se reorganizó para poder llegar a las personas mayores. Armamos tres rutas, teniendo en cuenta la ubicación de sus viviendas y la disponibilidad de las personas que nos ayudaron a poder distribuir el alimento tres veces por semana. De esa manera pudimos cumplir con el objetivo de garantizar la atención general a cada una de las personas mayores pertenecientes al Club de Día. Pero el desafío continúa, ahora con la esperanza de la vacunación y de volver a encontrarnos, creemos importante continuar con el trabajo de promoción, reflexión y restitución de derechos para las personas mayores”.
Para finalizar, cabe destacar que la Asociación Civil presentó un protocolo pionero, que implicó el refuerzo de medidas extremas de cuidado, higiene, protección de los trabajadores y participantes, y gracias a su implementación logró 0% contagio comunitario interno. El documento completo del protocolo fue compartido como modelo, entre diversas organizaciones de la sociedad civil, en espacios de articulación y puede consultarse en la web de Mensajeros de la Paz.