Tras varios días de amenazas, la invasión de Rusia a Ucrania se hizo realidad. Algunos creían que solo quedaría en insinuaciones, pero a Putin no le tembló la voz al dar la orden de iniciar una “acción militar”. Resulta insólito hablar de un conflicto bélico y de su enorme potencialidad en el 2022, pero el hombre lo hizo de nuevo.

La OTAN busca expandirse a Europa del Este e invitó a sumarse a Ucrania, ex URSS. Rusia, preocupada por lo que esto significa geopolíticamente, envió casi 100 mil fuerzas a la frontera que limita con Ucrania y comenzó a realizar pruebas militares.

Dos regiones de Ucrania se proclamaron independientes con el apoyo del gobierno ruso: la República Popular de Donetsk (RPD) y la República Popular de Lugansk (RPL); Estados Unidos y el resto de los países de la OTAN impusieron sanciones económicas a Rusia que detonó el conflicto.

Leyéndolo para entenderlo, parece como si los líderes internacionales estuviesen llevando adelante sus misiones del T.E.G., el famoso juego de mesa. Pero en lugar de fichas, en el medio hay personas y en lugar de un mapa de cartón, el planeta es el escenario real de un accionar con consecuencias que aún no alcanzamos a tomar dimensión.

La historia sabe de estas cuestiones y a pesar de ello, el ser humano vuelve a cometer los mismos errores. Siglo XXI, año 2022, pasamos el sufrimiento de una Pandemia y aun así, a los poderosos les quedan ganas de pasar por esto.

Sin dudas, lo que ocurre en territorio ucraniano nos demuestra que leer de historia no significa aprender y comprender, sino, no se repetirían los sucesos más oscuros del pasado. Un mundo que dice evolucionar, no hace más que retroceder y pareciera ser que el único avance fue el de transmitir en color, las imágenes que antes eran en blanco y negro.

Los videos de jóvenes soldados arriesgando sus vidas y enviando saludos a sus padres sin saber si volverán a verlos. Padres despidiendo a sus hijos en una estación de tren, para que al menos, los más pequeños puedan ir a una zona más segura, pudiendo ser ese su último beso. Millones de sueños destruidos por misiles y enterrados bajo escombros.

Parece mentira, tener que estar hablando de esto. ¿Qué es tan importante para tener que poner la vida en juego para conseguirlo? ¿Por qué de una vez por todas no se puede dar más fuerza a la palabra que a una bala? Inentendible que sea la guerra la única opción siempre elegida.

Ahora, la mejor forma de resumir que es la guerra, la dio Erich Hartman, piloto de avión que sabe lo que es estar en batalla: “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”.