Una vez más, Alberto Fernández, desde la Quinta de Olivos junto a Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof, anunció la extensión de la cuarentena en el AMBA, sin cambios y hasta el 16 de agosto.

Con esta nueva prórroga, el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, alcanzará los 149 días, al menos en el AMBA. Un número que sorprende a nuestros antepasados del 19 de marzo que se reían del término cuarentena para un aislamiento que duraría 14 días. Hoy, ya no nos genera ni expectativas un nuevo anuncio. Hasta perdió ese no sé qué, que tenía cuando era por las noches y la familia se juntaba a escuchar las novedades con la cena de por medio.

Esta vez, nada cambia. Todo sigue igual que la etapa anterior. Solo se extiende. Pero, ¿nada cambia? Es raro creer que nada cambia cuando se suman 16 días más a este aislamiento interminable que, según las autoridades, es la única vacuna contra el virus. A pesar de que puede que así sea, sería de poco realista pensar que nada cambiará en esta nueva extensión.

Durante estos nuevos 16 días, más comercios deberán cerrar porque se torna insostenible la situación. Un nieto perderá 16 días más sin ver a su abuelo o un hijo a su padre. En estos días, los chicos volverán a clases y seguirán haciéndolo por plataformas virtuales, lejos de sus compañeros, generando cambios irreversibles en su formación.

Si realmente la Cuarentena es efectiva, si estas situaciones son imposibles de evitar, es una discusión para otro momento. No es crítica a las medidas, sino, abrir los ojos ante una realidad que no podemos negar. Que la extensión de la cuarentena sea sin cambios, es solo un decir. Todo cambia, el mundo está cambiando y nosotros lo vemos desde nuestras ventanas o balcones.

Incluso, desde el mensaje que nos hacen llegar de la “nueva normalidad” se ven los cambios. Nuevas adaptaciones a la situación que nos toca vivir. Nuevos cambios. A pesar de que pareciera que no los hay, tenemos que adaptarnos, para poder sobrellevarlo de la mejor manera, al menos, 16 días más.

Como dijo “la Negra” Mercedes Sosa “Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo (…); cambia el rumbo el caminante, aunque esto le cause daño; y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño. Cambia, todo cambia«.